lunes, 16 de julio de 2018


Realmente soy una convencida de que en ello está el verdadero secreto de la felicidad...
No en vivir la vida como si fuera el último día, porque haríamos las cosas, tal vez, sin pensar en las consecuencias que vendrán más tarde. No. La Vida debe disfrutarse con la ingenuidad de las primeras veces.
Muchas veces me quedo observando a mi niña que está saliendo al mundo, que descubre su entorno con ojos inocentes y maravillados y veo en ella la ingenuidad que, de adultos, vamos perdiendo. Ese es un gran error.
Vivir la vida como si fuese el primer día significa disfrutar a pleno, desde los diferentes sentidos... con la mirada maravillada de ir descubriendo secretos y bellezas escondidas.
Un día de paseo en familia es una buena forma de poner en práctica este sistema de descubrimiento personal y de nuestro alrededor... ¿Por qué? porque nos permite ver lo que vemos siempre pero de otra manera, desde otra perspectiva.


Caminar por la plaza o parque de nuestro barrio respirando profundo, disfrutando de cada uno de los aromas, perdiéndonos en ese "bosque" tan familiar y a veces tan ajeno, viendo los juegos de luces y sombras que las ramas de los árboles dibuja en el suelo...




  • Detenerse aquí y allí descubriendo los regalos que diariamente nos da la naturaleza...


  • Disfrutar los aromas que nos enamoran...


    Disfrutar de los sabores que nos retrotraen a la infancia


    No sé, lo que se les ocurra... lo mismo da. Lo importante es sentirse vivo y no solamente estar vivos. Ahí está la diferencia, como lo dijo Shakespeare con la voz del mismísimo Hamlet: "Ser o no Ser, esa es la cuestión" 
    ¿No les parece?




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